Make yourself a Merry Christmas...


La Navidad solía ser mi época favorita del año cuando era niña y continuaría siendo si no fuera por que ahora de adulto se ha transformado en una época dedicada a cumplir con diversos compromisos familiares y personales y a la compra casi obligatoria de regalos. 

Este año ha llegado a mi con el espíritu un poquito apagado y además me ha parecido que la ciudad se volvió un poca loca y había un tráfico exagerado, los centros comerciales estaban imposibles de recorrer, todo se encareció drásticamente, no tuve vacaciones en el trabajo, he extrañado mucho a mi hermana estos días, se hicieron más notorias las ausencias en las reuniones y particularmente en mi familia esto repercutió en nuestras tradiciones navideñas de cada año, como lo es el famoso intercambio, ya que no pudimos ponernos de acuerdo en una fecha donde todos pudiéramos estar presentes o bien aceptar llevarlo a cabo aún sin la gente que no pudiera asistir, por lo que finalmente fue cancelado. 

Las personas algunas veces decimos estar interesadas en la convivencia con la familia y los amigos que han estado ahí siempre, pero la realidad es que cada vez más nos alejamos para estar con personas cuyos lazos distan de ser familiares y amistades pocas veces sólidas. Ahora también me he topado con algunas personas que parecen sentirse delegadas o no tomadas en cuenta si no las procuras en los tiempos o de la manera en que lo esperan.  Otras más miden el cariño de acuerdo a los obsequios recibidos y no debe ser así. Me gusta regalar y hacer feliz siempre que puedo a las personas que amo y por supuesto que también me gusta recibir presentes, pero no se ustedes, yo no mido el amor que me tienen las personas con base a ellos. A veces regalar se siente como una acción impuesta y entonces se sustituye el gusto de hacerlo por la obligación. Todos hacemos como que profesamos el valor del desprendimiento de las cosas materiales en esta época del año, pero en realidad muchas veces si nos creamos expectativas de recibir algo material. Las muestras de afecto no necesariamente se dan a través de las cosas. Y no tiene mayor valor aquello que cuesta mas...

En realidad, valdría la pena recordar que la Navidad y las fiestas de fin de año, derivan de una celebración católica para muchos y es la época ideal para reflexionar y agradecer a Dios sobre todo aquello bueno y malo que vivimos durante el año que finaliza y que tanto nos hizo aprender y crecer como personas. También es un momento que sirve para reflexionar sobre los propósitos a realizar el año entrante y no solo aquellos que ya tenemos listados como cada año de cajón, sino esos que luego de analizar sobre nuestras fallas o aquellas cosas que podríamos haber hecho de mejor manera, vale la pena proponerse ponerlos en práctica el año nuevo. La Navidad también es una época de reencuentro y de unión familiar, de reforzar relaciones y retomar aquellas que teníamos abandonadas, avivar el afecto y manifestarlo. Es una época que puede servir para perdonar, pienso que aprovechando las celebraciones y practicando los valores personales de cada uno de nosotros, podemos sensibilizarnos más estos días de añoranza y dejar atrás los rencores que mantenemos con amigos y familia, acto que únicamente se logra con amor hacia los demás pero sobretodo hacia ti mismo, pues perdonar te libera por sobre todas las cosas. Por último, estas fiestas nos brindan la oportunidad de valorar, no solo todo lo material que tenemos, sino sobretodo lo que no lo es: la salud, el cariño y el amor de nuestros familiares y amigos, las alegrías compartidas con la gente que amamos y nos ama, incluso las tristezas que sin duda nos hicieron más fuertes y más sabios, el tiempo que nos regalan las personas... y mucho más.

Por todo lo anterior es que me ha llegado un poco la nostalgia en estas fechas, pues no saben todo lo que yo daría por poderlas vivir como antes... como cuando era niña, llena de ilusión pero sobretodo acompañada de todos aquellos seres humanos preciosos que tanto amé y amo todavía y que hoy desgraciadamente físicamente no están conmigo. Por esto y mucho más los invito a vivir la Navidad y el Año Nuevo en familia y con los verdaderos amigos, demostrando su cariño y más que con obsequios háganlo con atenciones y muestras de afecto...

¡Feliz Navidad y Próspero 2019!


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