El poder de la diamantina rosa

- Mamá... hermana... hija... amiga... si fueras tú, la mujer desaparecida, la mujer violada, la mujer golpeada, la mujer asesinada... yo también  marcho y destruyo todo. Y no solo ésta debe ser nuestra postura hacia las mujeres que amamos, sino para con cualquiera.

Ante la "violencia" (rayones a monumentos históricos, gritos y bailes) desatada en las protestas en todo México, realizadas en contra de la violencia y crímenes de género que sufrimos todas las mujeres a diario en este país, se ha generado un gran debate de si la manera en que se manifestaron las mujeres, es o no la correcta.

Al igual que a muchos, de inicio me causo gran impacto ver las imágenes y videos en mis redes sociales. Mi primer pensamiento fue ¿qué les pasa a esas mujeres? seguido por uno nuevo, mediante el cual yo solita me respondí al visualizarme como víctima, porque sí, también yo he sido víctima de violencia de género. A estas mujeres y a mi, nos pasa que estamos hartas de ver noticias a diario reportando más mujeres desaparecidas, violadas, abusadas, golpeadas y asesinadas. Cansadas de que las autoridades no hagan lo suficiente al respecto e indignadas porque además procuran que se aminore el problema con la difusión de índices equivocados y noticias falsas; hartas de andar con miedo cuando salimos a las calles y no solo a divertirnos, excusa que muchos utilizan para justificar lo que nos pasa, sino incluso a trabajar, pues ya ha quedado demostrado, muchas veces, que en ocasiones ya no podemos confiar ni en nuestros vecinos, en nuestros jefes o en nuestras parejas. Decepcionadas de que nos juzguen por como vestimos, como andamos al caminar, por la hora en que salimos a la calle y la hora en que regresamos a nuestros hogares. Molestas porque aún cuando algunas veces se logra identificar y detener a los culpables de la comisión de estos delitos en contra de mujeres y niñas, se dejen en libertad y sin castigo, favorecidos con la impunidad que se vive en nuestro país, dándoles oportunidad de convertirse en delincuentes reincidentes. Hartas de que muchas personas quieran dictar las maneras "correctas" de exigir justicia, seguridad, protección y en general salvaguarda de nuestra integridad y nuestros derechos. Sorprendidas de que existen personas, mujeres incluidas, que se burlan de lo que nos está pasando e incluso se atrevan a decir que no se sienten representadas. Desde luego, las marchas y protestas representan a las mujeres violentadas, pero cualquier día pudiera ser una de ellas. 

Juzgar la "violencia" de las protestas realizadas, es criminalizarlas y olvidar el por qué se hacen, para concentrarse en el cómo se hacen. La sociedad debe cuestionarse los motivos y razones que orillaron a las protestantes a realizarlas de esta manera y porque han alcanzado estos niveles. Preguntarse ¿cuánta de la supuesta violencia que se desata en la práctica de protestas, fue cometida por infiltrados en las manifestaciones para desvirtuarlas? ¿cuántas protestas pacíficas y llamadas a nuestras autoridades las precedieron? ¿cuánta de esta violencia es equiparable a los delitos cometidos contra mujeres y niñas a diario? 

Creo que las personas que rechazan estas protestas tienen mal su escala de prioridades, pues primero deberíamos sentir empatía por la vida de los seres humanos y después preocuparnos por la conservación del mobiliario urbano. En la impartición de un gobierno que no ha brindado solución a este problema durante décadas, la "violencia" de las ciudadanas que protestan como respuesta es inevitable, por ello mas que condenarla hay que entenderla y no juzgarla. Esas mujeres que ahora juzgan con tanta facilidad de feministas irracionales o sin educación y sin clase, las llamadas "feminazis", son las mismas que han de marchar y exigir justicia a las autoridades si tú o tu mamá, o tu hermana, o tu hija, o tu amiga desaparecen... ¡Que viva el poder de la diamantina rosa!

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