El otro lado de la lactancia materna...


Durante la primer semana de agosto que dejamos, celebramos la semana mundial de la lactancia 2021. Quiero felicitar a todas las mamás que han practicado o practican la lactancia materna, es una labor ardua y muy hermosa.

En esta entrada, quiero hablar sobre la parte difícil de la lactancia materna, la que nadie nos cuenta, la otra cara de la moneda. En días pasados vimos posts e imágenes en todos lados que promueven la lactancia materna, con frases como "La lactancia materna es el vínculo mas hermoso que he podido establecer con mis hijos" o "La lactancia es el vínculo de amor que vuelve sanos, fuertes y felices a tus hijos" o "Dale pecho, dale vida" o "No hay nada como la leche de mamá", frases que enorgullecen y hacen sentir especiales a las mamás que han podido practicar con éxito su lactancia materna y que al mismo tiempo, pueden llegar sin intención a herir susceptibilidades de las mamás que por otro lado, hemos sufrido de alguna manera durante el período de lactancia o de quienes aún con el deseo no han podido llevarla a cabo; la  lactancia materna, además de estar muy idealizada, es muy observada y criticada por la sociedad, pero sobretodo por otras mujeres, y eso nos hace sentir a muchas mamás en la mira. Existe la falsa creencia de que la lactancia materna es inherente a la maternidad, se olvida que además de ser una decisión muy personal, es también un logro muy bonito, pero que no todas las mamás alcanzan y eso no las vuelve peores. 

Quiero dejar en claro que estoy super a favor de la lactancia, la practique con mi primer y única hija hasta donde pude hacerlo, por lo tanto, lo que yo pueda expresar no tiene la intención de iniciar ningún debate a favor o en contra de la misma. Asimismo, debo recordarles que no soy una experta en el tema y que todo lo que yo escribo y comparto viene de mi propia experiencia, por tanto solo debe considerarse como eso.

Como mamá primeriza, desarrollé muchas expectativas para mí y para mi bebé. Durante mi embarazo dediqué gran parte de mi tiempo a leer, investigar e incluso tomar algunos cursos sobre varios temas que me interesaban, uno de ellos el de la lactancia materna, con la intención de prepararme para las experiencias y nuevos retos que se me habrían de presentar una vez que me convirtiera en madre. Mi expectativa personal era practicar la lactancia materna durante al menos el primer año de vida de mi pequeña; sin embargo, solo pude mantenerla durante cuatro meses y medio, en los cuales el último mes se complico y la pasamos muy mal, tanto mi hija como yo.

La maternidad es una experiencia que llega para demostrarte que a partir del momento en que te conviertes en madre, muchas cosas van a salirse de tu control y está bien, debes aceptarlo y vivir con ello, aprender a manejar las situaciones que se te vayan presentando con las herramientas que tienes al momento y no pasa nada, no se acaba el mundo cuando algo no sale como tu quieres o como esperan los demás, solo que yo aún no estaba preparada para eso.

Pasando los tres meses de vida de mi bebé, empecé a tener problemas para alimentarla pegándola a mi pecho, ella no lo aceptaba como antes y parecía enojarse porque la eyección de la leche ya no era inmediata y porque tenía que trabajar más en su succión; esto nos causaba mucha desesperación a las dos y ella terminaba rechazándome y llorando, mientras yo terminaba frustrada también a punto del llanto. En un primer momento lo vi normal, atribuyéndolo a uno de los famosos brotes de crecimiento, por lo que continué ofreciéndole el alimento con normalidad y cuando no quería pegarse a mi pecho, simplemente me extraía la leche y se la daba en biberón. Pero luego esos días se convirtieron en un par de semanas y empecé a preocuparme. Extrañaba alimentar a mi chiquita pegándola a mi pecho y no entendía porque ella se negaba.

Ansiosa por retomar mi lactancia materna con "normalidad", me pegaba a la niña mas veces al día insistiendo, pero ella menos aceptaba. Desesperada leí sobre los brotes de crecimiento, sobre las huelgas de lactancia, sobre la confusión de mamila pezón, sobre la ansiedad de la madre, etc., pero no resolví nada. Cansada de no saber qué estaba pasando, decidí buscar ayuda. Contacté dos asesoras de lactancia, la primera de ellas, una especialista muy nombrada en mi ciudad y la segunda, una señora miembro de la Liga de la Leche muy recomendada. La especialista, luego de su consulta y de hablarme primeramente de mi cuidado, me hizo darme cuenta de que me tenía completamente en el auto abandono, al grado de que se me olvidaba tomar agua para hidratarme durante el día, por lo que su primer recomendación fue que debía cuidarme y mantenerme saludable. Me dio también un plan con una serie de recomendaciones muy exactas y estrictas para intentar retomar mi lactancia, las cuales seguí mayormente y con exhaustividad durante dos semanas, pero no tuve éxito. 

Sin exagerar, fueron dos semanas entre Navidad y Año Nuevo que sumadas a los compromisos familiares, casi acaban conmigo. Lloré a diario en cada ofrecimiento de mi parte acompañado del rechazo de parte de mi bebé. Sin entrar en muchos detalles, el plan incluía una serie de prácticas y acciones que no solo interrumpían el descanso de ambas por las noches, sino que no me daban ni siquiera tiempo para atender otras actividades durante el día. Entre otras cosas, cada dos horas al día tenía que ofrecerle mi pecho y a la vez, cada dos horas al día tenía que extraerme la leche para evitar una congestión y mantener la producción. Además, durante cuatro horas al día, que podían no ser continuas, debía tener contacto piel con piel con la niña, y también debía realizarle ejercicios de estimulación de la succión en la zona de su boquita.

Para no hacer el cuento largo, desesperada por no lograr los resultados esperados, contacte a la otra asesora. No se como me escuchó de consternada pero me dijo algo que me cambió por completo la visión de las cosas. La lactancia materna es un acuerdo entre mamá y bebé. Entonces me cayó el veinte de que en mi deseo tan intenso de lograr retomarla estaba pasando por encima de lo que pudiera querer mi niña. Y es que con cada uno de sus llantos, mi hija me dejaba ver que ya no quería tomar mi leche desde el pecho. No puedo explicarlo porque ni yo misma lo entiendo, solo se que cuando la alimentaba mediante el biberón no se retorcía, ni lloraba, ni se quejaba como lo había estado haciendo de la otra manera. Dejarla de forzar se volvió mi prioridad en ese momento.

A partir de esto, con el apoyo y respaldo de mi esposo, tomé una de las decisiones más difíciles que he tomado durante mi maternidad y fue suspender mi lactancia materna. Después de meditarlo por días, acepté que algo que debe darse de la manera natural y lo más amorosa posible, ya no estaba fluyendo. Seguir así, esclava del extractor eléctrico, no era viable para mi.

Mi experiencia solo es una en un mar de tantas que han vivido y seguirán viviendo muchas mamás, estoy segura que mas de una lidiamos con situaciones difíciles durante la lactancia y pocas nos atrevemos a contarlo. Renunciar a mi lactancia materna se sintió para mi como la muerte de un ser querido, así de intensa era mi tristeza. Tuve que vivir un duelo como en toda pérdida y tuve que tomar terapia psicológica para trabajarlo de la mejor manera.


Pocas semanas después, la culpa y la vergüenza que sentía fueron desapareciendo, me di cuenta que no pasaba nada malo conmigo o con mi bebé y que si bien este vínculo se mantuvo solamente el tiempo que pudo mantenerse, fue realmente valioso, importante y muy bello, pero ahora era tiempo de trabajar en otras maneras de vincularnos. 

Cuando se terminó mi banco de leche nos iniciamos con la fórmula. Otra etapa de adaptación que había que superar, pero que afortunadamente fue rápida y sin mayor problema. La niña estuvo bien y sigue estando bien. Era yo quien me dejaba influenciar por los comentarios y las opiniones de otras personas, olvidando que cada mamá y cada bebé somos únicos, así como cada caso es muy particular. 

Si bien, la lactancia materna es y será siempre mi primera opción y desde luego la que recomiendo, para futuras experiencias ya perdí el miedo de tomar en cuenta otras alternativas, que sin duda mejoran la experiencia de ser madre, y no es porque sean "más fáciles" o "más cómodas", pues no necesariamente lo son, sino porque aún cuando tengamos que dejar de lado nuestras expectativas, descubrí que nada es tan prioritario como ser una mamá tranquila y feliz para tu bebé y que por tanto puedas cuidarlo y verlo también sentirse feliz. Lo digo con certeza, eso es lo realmente importante y que a través del vínculo que sea, el amor y la confianza crezcan y se mantengan entre tú y tu bebé. No te preocupes tanto por hacer lo que se espera de ti como mamá y lo que dicta la norma, recuerda que nadie nunca conocerá mejor que tú a tu bebé, entonces escúchalo y escúchate.



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