Cabello de plata y corazón de oro


La semana antepasada, murió uno de los hermanos mayores de mi abuelo. Honestamente e el no lo conocí mucho, porque vivía en Chicago y lo veíamos poco, pero un pajarito me contó que mi abuelo estaba muy triste y por ello decidí pasar mi tarde del jueves 21 de marzo acompañándolo. 

Así pues, mientras mi mamá y otro tío se quedaron acompañando y cuidando a mi abuela que está en cama y ya no puede salir, yo llevé y acompañé a mi abuelo a misa.  Sentada a su lado en la iglesia, me di cuenta entonces que su piel ya está llena de pequeñas manchas ocasionadas por el lentigo y la púrpura senil que provoca el envejecimiento y que tiene también algunas pequeñas úlceras ocasionadas por el adelgazamiento de su piel. Sus cabellos se notaron mas blancos que otras veces y fue más evidente su deficiencia de oído izquierdo. A momentos, me preguntaba cosas sobre el coro ya que le gustó mucho y cuando yo le respondía me pidió en varias ocasiones que por favor le repitiera lo que había dicho, pero esta vez en su oído derecho. Y entonces, me cayo el veinte mas feo de todos... Mis abuelos han entrado a una etapa de sus vidas donde naturalmente cualquier día puede ser el último. Un poco conmocionada por esta realidad, me recargué en su hombro derecho pensando en lo mucho que no quiero que llegue ese día.

La verdad es que me llena de nostalgia recordar todo lo que he vivido con mi abuelo materno y lo mucho que lo quiero y lo que significa para mi. Cuando yo era una niña, muchas veces el fue por mi a la escuela en su antiguo Volkswagen Corsar plateado. Era un coche viejito pero muy especial. Ya arriba yo bajaba mi asiento para dormirme en el camino y el me daba palmaditas en la cabeza y me decía: -yo te despierto cuando lleguemos a la casa mijita tu no te preocupes-.

En su patio, mi abuelo pasaba un montón de tardes trabajando en una mesita llena de herramientas y una cajita llena de tuercas. No tengo la más mínima de que hiciera ahí pero cuando se descuidaba yo iba y agarraba de todo lo que encontraba para jugar a que hacía lo mismo que el estuviera haciendo y le dejaba todo desacomodado.


Una de sus grandes pasiones fue viajar tanto como su cuerpo y su bolsillo le permitieron, incluso hoy en día, cada que puede nos cuenta sobre alguno de los viajes que más le gustaron. Me di cuenta que coleccionaba postales de cada lugar al que iba, o al menos eso deduje por la cantidad tan grande que encontraba cuando esculcaba en los cajones de su oficina. Yo me colaba dentro sin que el se diera cuenta y jugaba con las postales a que era una agente de viajes. También jugaba a la secretaria con su vieja máquina de escribir y su papelería. El siempre preguntaba quien le desacomodaba sus cosas y tomaba sus hojas de máquina sin permiso y yo me hacía la que no sabía de que hablaba.



Entre sus muchos talentos, tuvo el de saber tocar el piano eléctrico o teclado y la armónica. Se sentaba algunas tardes a disque componer canciones en el teclado pero hasta eso sí le salían. Ninguno de sus hijos o nietos heredamos el gusto por aprender a tocar música.



A diario camisa de cuadros y su pañuelo de tela en la bolsa trasera del pantalón. Con este último me limpiaba los mocos cuando se ocupaba y luego lo doblaba y lo volvía a guardar como si nada.


Su dulce favorito era el chocolate, le fascinaban los snickers y los milky way miniatura, pero ahora ya no puede comerlos.


Hasta la fecha, cuando llego a su casa y toco la puerta, se asoma por la ventana y a su paso corre como puede para abrirme y entonces me dice bien alegre -Piscilitaaaaa, ¿como estas mi vida?- y me abraza y me derrite el corazón.



No se como describir el amor tan grande que siento por mi abuelo, solo puedo expresarles con toda sinceridad que para mi... ¡mi abuelo es el mejor! y que a pesar de los pequeños o grandes errores que pudo haber tenido durante su vida, como esposo, como padre o como hombre, creo que estos han marcado su historia y definen quien es hoy. Yo siempre he sentido por el una gran admiración y un cariño enorme, para mi siempre es y será un gran hombre y un gran abuelo, casi casi un segundo papa para mi, con un espíritu enorme y mil historias que contarme, con carencias que lo llevaron a luchar para alcanzar muchos de sus logros, hoy con cabello de plata y siempre con corazón de oro.

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