México grande, pero tan chico a la vez...

Hace unos días por la mañana tuve un incidente con un taxista que en resumidas cuentas me echo su vehículo encima con tal de no darme el paso y tuve que frenarme de golpe para que no me chocara. Acontecimientos como este los vemos todos los días en las calles de México, no les estoy contando nada nuevo, pero algo que me sorprende cada vez más, es la incapacidad de los mexicanos para ser solidarios unos con otros. Somos una sociedad que va pudriéndose conforme crece, cada día menos empática y más llena de odio, participando cada uno de nosotros cada vez menos en una realidad ajena a nosotros mismos.

Como la anterior, existen muchas situaciones desafortunadas que se presentan todo el tiempo y que se originan como parte de nuestra convivencia social y de la coexistencia entre mexicanos, algunas mas duras que otras pero que en general desalientan a cualquiera y entre más las pienso menos las entiendo, ya que pareciera que esta enemistad entre connacionales es algo que solo pasa aquí, en nuestro país.

Ya hice alusión a lo mucho que pareciera gustarnos a los mexicanos manejar con estrés al volante, mentando madres y siempre a prisa viendo como ganarle al de a lado. Conducir es una actividad exigente y cambiante, por ende muy estresante, pero en México ya volvimos regla evitar a toda costa que otro conductor se meta a nuestro carril y nos obstruya el paso y ¡ay´ de aquel que se atreva a hacerlo!, porque si lo hace se la vamos a hacer de tos seguro, literal existen casos donde gente ha matado por eso. Son pocas las personas que ceden el paso a otro vehículo y muchas menos las que lo ceden al peatón. Transitar las calles en nuestro país, ya sea caminando o en un vehículo motor, equivale a poner en riesgo tu bienestar. Pocos tienen presente que un conductor estresado es un conductor en riesgo para el y para los demás.

Otra situación que pone en evidencia la decadencia social en México, es la tendencia de la clase trabajadora para desvalorizar nuestro trabajo. ¿Cuántos de nosotros nos la pasamos quejándonos del mismo? ¿de nuestro jefe? ¡y hasta de nuestros compañeros!. Nos resulta muy fácil expresarnos de forma negativa de todos ellos y muchas veces perdemos cuidado de donde y con quien lo hacemos, sin medir las consecuencias de nuestras palabras, algunas ocasiones incluso poniéndolo en riesgo. Así mismo, al hablar mal de nuestra empresa o de nuestro jefe, estamos dando pie a que también lo hagan de nosotros y se pierda el respeto hacia nuestro trabajo. En México casi no se ve eso de la "identidad institucional" y son pocas las personas que gustan o les apasiona su trabajo, la mayoría lo hace o lo hacemos por generar ingresos, algo que no es solo culpa de los trabajadores sino también de las las condiciones generales de trabajo en nuestro país. Pero también vale la pena reflexionar sobre el concepto que tenemos nosotros mismos de "trabajo", muchas veces desde casa, en nuestras familias, se nos inculca que trabajar es castigo y eso es incorrecto. A la par la desigualdad y el mal trato laboral es terrible, en las oficinas sigue imperando el nepotismo, el machismo, el abuso, el acoso, la discriminación y muchas condiciones laborales desfavorables que propician no solo que la gente odie su trabajo, sino que los jóvenes cada vez menos se interesen por el desarrollo profesional en las áreas adecuadas y se refugien en las formas "fáciles" de obtener recursos, como la delincuencia.

Para seguir con el declive social del país, pasemos a las famosas mordidas y los moches. México se utiliza como sinónimo de corrupción aquí y en todo el mundo. Lo más triste de todo es que muchas veces pareciera que ya no podemos escapar de ella. Y aún cuando muchas personas no queremos ser partícipes de estos actos, es luchar contra corriente, pues nuestras autoridades, nuestras  leyes y nuestros procedimientos son tan poco efectivos, ineficaces, por demás complicados y en su mayoría tardados, que la mayoría elige el camino "fácil y rápido", formando parte de este fenómeno social tan destructivo. Alimentamos de poco o mucho la corrupción y lo más desalentador es que en ocasiones las personas lo ven como motivo de orgullo, hacemos mofa de ello y justificamos estas malas acciones con la típica frase de: "El que no tranza no avanza"... y damos el peor ejemplo a quienes nos observan hacerlo.

Y con la anterior, se presenta la poca o nula confiabilidad de nuestras instituciones, autoridades y gobernantes. Seamos sinceros, ¿ustedes creen y confían en los cuerpos policíacos de México? ¿verdad que dan mas miedo que seguridad? ¿cuantos de ustedes ven un soldado o policía armado y se asustan? ¿Cuántos de ustedes tuvieron o tienen algún conflicto de índole legal con alguien y saben que llevan la de perder? Y no es porque la otra persona tenga los derechos, sino algo que en México es mucho más importante: fuertes conexiones. En México no existe la justicia y en su búsqueda hasta corres el riesgo de que te desaparezcan, pareciera que estamos condenados a quedarnos callados y apechugar, la "justicia" solo existe cuando la ejerces de propia mano y normalmente te va peor que a un delincuente hecho y derecho. La gente cada vez denuncia menos y es que pocas veces los resultados son favorables. Uno dice: -¿pa´ que? no sirve de nada- y los delincuentes, incluidos los de cuello blanco, cada vez son más cínicos en su actuar.

Los mexicanos nos estamos volviendo inmunes al mal trato, somos cada vez más ciegos y sordos hacia lo que nos pasa y hacia lo que le pasa a los demás, confundimos la "desesperanza" con la "resignación". Hemos desarrollado una capacidad asombrosa para evadir nuestra responsabilidad ante los fenómenos sociales negativos que están llevando el país a la ruina: inseguridad, mala economía, política sucia, delincuencia, corrupción, impunidad, desempleo, rezago educativo, pobreza extrema y más. Vivimos practicando una política de olvido. Diario leemos y/o escuchamos noticias terribles sobre homicidios, feminicidios, fraudes millonarios, escándalos de corrupción, guerras por el narcotráfico, etc. y seguimos en lo que estábamos como si fuera el pan de cada día, solo deseando que no nos toque una bala perdida.

En México además tendemos a la desinformación. Leemos poco pero exigimos mucho, nos aburren el estudio y las noticias, preferimos los periódicos de sociales. En la era de la tecnología usamos nuestros teléfonos móviles para compartir información falsa o desactualizada, que poco o nunca verificamos, así como chismes que destruyen vidas. Nos enemistamos cada vez más fácil por nuestras diferencias de opiniones, sobretodo si se trata de política. Permitimos que nuestros gobernantes nos manipulen a través de medios de comunicación vendidos y comprados por ellos. Sin embargo, aunque lo sabemos seguimos participando y los hacemos cada vez más ricos y poderosos.

En las familias, los papás están educando a sus hijos para conseguirlo todo de la manera más fácil. En lugar de darles lo que ellos nunca tuvieron deberían enseñarles lo que ellos tardaron mucho en aprender. Enseñen a sus hijos a amar y valorar el estudio, el trabajo y la familia. Falta educación en casa sobre el respeto y la empatía, no solo hacia las demás personas sino hacia todos los seres vivos. En el reconocimiento de las demás personas como similares y en el desarrollo de la capacidad de entender, percibir y comprender los sentimientos y emociones de los demás hay muchas respuestas a los problemas de hoy, en pocas palabras enseñénlos a ponerse en lugar del otro. Y por favor, no satanicen lo que se vive actualmente en nuestra sociedad sobre temas relacionados con la equidad de género, la diversidad sexual, el aborto y otros temas delicados ni lo oculten de ellos, al contrario, es mejor que sobre ellos se les hable y eduque en casa. Escuchen sus dudas e inquietudes y denles oportunidad de crear sus propios criterios aunque siempre orientados por sus familias.

Me da una impotencia enorme no poder defender a mi país ante los extranjeros ¿Cómo los convencemos de que México es mas grande que todo esto? ¿De que también hay gente buena y trabajadora? ¿de que no todo es guerra, drogas y muerte? México es grande, pero tan chico a la vez, víctima de su propia gente. 

Por todo lo anterior, ¡difundan el mensaje! Y no me refiero a este artículo, sino el mensaje de que México somos todos y necesitamos rescatarlo. Informémonos para que cada vez sea menos probable que nos engañen. Empieza por ti, por dejar de mentar madres cuando manejas, por darle el paso al transeúnte, por no dar mordida, por hablar bien de tu trabajo frente a tus hijos y estudiar junto con ellos, por ayudar al que lo necesita, por denunciar las injusticias, y sobretodo... no veas al que esta debajo de ti y le pases por encima. 










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