Mamás de ángeles

                                                                          ¡Feliz día a todas nuestras mamas! Toda mujer que se ha convertido en madre cambia para siempre, podemos darnos cuenta en la mirada que tienen hacia sus hijos. 

Hoy quiero dedicar esta entrada a un grupo de mamás muy especiales, aquellas que han sufrido la pérdida de un hijo.

Es un momento trágico en la vida de una mujer que es madre, cuando se enfrenta a la muerte de su hijo. De repente su mundo se sacude porque se desvanecen todos sus proyectos a futuro y aquellos que había imaginado para su hijo, marcando con ésta pérdida un antes y un después. Ser madre tiene sentido con la maternidad y al momento en que un hijo muere es como si la mujer perdiera el valor identificante de la misma. Días como hoy... días que se supone sean de celebración y de fiesta suelen remarcarles más las presencias y las ausencias, hijos que están e hijos que ya no se encuentran con ellas...

Vi a mi madre derrumbarse cuando murió mi hermana. Nunca antes la había percibido tan humana ni tan frágil, pero eso solo me hizo amarla y admirarla mucho más.  Cada día que ella pasa después de su pérdida, es un día de lucha... la vi poner toda su energía en levantarse por las mañanas, convencerse así misma y en silencio de seguir adelante, no abandonar sus actividades. Este es un trabajo mucho muy difícil y que tal vez solo alguien que ha experimentado una perdida muy significativa puede entender, pues cuando uno intenta dejar de sufrir o de penar por una muerte, se percibe así mismo con falta de lealtad, por ello muchas personas en duelo se resisten consciente o inconscientemente a cualquier intento de disminuir su tristeza.     
Nunca antes mi corazón se sintió tan roto como cuando vi a mi mamá llorar desconsoladamente por la muerte de mi hermana. Ni los rezos, ni los apapachos, ni todo el amor y las muestras de cariño que los demás pudiéramos darle aminoraban su dolor. Y aún así dentro de su tristeza más grande ella fue perfecta.

La muerte de un hijo es algo terrible, pero da a estas mujeres una fortaleza que ninguna otra mujer y madre tiene. Lidiar con la muerte de un hijo podría considerarse un don, uno que nadie quiere pero algunas mujeres adquieren y las hace mas conscientes, como si tuvieran una guía interna de como actuar en adelante, dando importancia solo a las personas y situaciones que realmente son importantes, sin miedo a nada ya que han experimentado sin querer la sensación de haberlo perdido todo y aún así capaces de seguir amando y de seguir entregándose. Es precisamente su dolor lo que las hace tan grandes, tan humanas, tan sensibles y tan humildes.

Por todo eso y mucho más merecen nuestro mas grande reconocimiento y admiración y aún cuando la fecha pueda despertar ese dolor puntual por la pérdida de un hijo, hacerlas sentir que ellas siguen y seguirán siendo siempre de las mejores madres...                                                                                                                                                                                                                                                                      

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