"Así como la mayoría de nuestras heridas proceden de nuestras relaciones, lo mismo sucede con nuestra curación".

Siempre es una sorpresa agradable estar acompañada en los peores momentos de las mejores personas. En este proceso he estado rodeada de buena gente, de esa que hace la diferencia y eso es algo que nunca voy a dejar de agradecerles, sus palabras de aliento y gestos de cariño fueron un gran motor de lucha.

Tal y como lo leí en un libro que hablaba del duelo, durante la primer etapa del proceso, la familia que ha sufrido la perdida generalmente esta acompañada por amigos, familiares, socios, vecinos, compañeros de escuela o trabajo, agregados y hasta desconocidos que se mantienen cerca con el propósito de ayudar en lo que pueden y uno que otro nomas por morbo. Sucede que con el tiempo y pasados aproximadamente treinta días, lo ocurrido deja de ser novedad y entonces las amistades, conocidos y desconocidos se retiran. Es justo en ese momento cuando la familia se enfrenta a la soledad y a la nueva realidad.

Conforme pasaron los días, los meses, el año y los casi dos años... yo fui cayendo en cuenta de con quienes contaba realmente. Es triste aceptar que en situaciones dolorosas como ésta descubres quienes son tus verdaderos amigos y la gente que te ama. 
Las primeras ocasiones en que me enfrente a esta realidad sufrí mucho, detestaba que los demás no tuvieran compasión de mi y eso me hacía sentir enojada y de mal humor, quería que todos entendieran como me sentía, pero era mi hermana la que había muerto en un accidente, ellos no tenían que vivir cada nuevo día con su pérdida y su ausencia. No eran ellos quienes llegaban a una casa donde reinaba el silencio por aquellos días.
Mi ira fue creciendo de manera incontrolable. Me cegó tanto que a los pocos amigos que se quedaron a mi lado sin darme cuenta no les di oportunidad de quedarse. Y luego un dia toqué fondo. Me di cuenta que reconocer a los verdaderos amigos y los momentos de felicidad que te brindan incondicionalmente no es malo sino al contrario, porque entonces aprendes a valorarlos y cuidarlos y reflexionas sobre la calidad de amiga que tienes tu e intentas ser mejor cada día pues "así como la mayoría de nuestras heridas proceden de nuestras relaciones, lo mismo sucede con nuestra curación"[1].






[1] “La Cabaña” Wm Paul Young





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