Mañana puede ya no ser o estar...

El día que mi hermana murió, en mi ciudad cayó la primer lluvia del 2012. Coincidencia o no, fue un reflejo de como me sentía.

Dos días antes habíamos ido cenar las dos solas y mientras comíamos hablamos de la muerte y todo lo que trae consigo y esque apenas veinte días antes nuestra abuela paterna había fallecido. Nunca habíamos vivido la muerte de un ser querido tan cercana... eso era nuevo y desconcertante para ambas. Discutimos sobre las cosas que cada una consideraba  necesarias de hacer si alguna de las dos muriera de repente. Una discusión estúpida en ese momento. Aún no puedo recordar ni una sola de las que ella enlistó. Esa noche cuando me acosté me imagine cómo seria si ella muriera. Me tense inmediatamente al visualizarlo en mi cabeza pero me deshice de la idea casi de inmediato y avergonzada reflexione en que siendo ella tan jóven y sana yo no tenía ni siquiera porque pensarlo. Nadie pudo haber sabido que dos días después ella iba a morir y lo imaginado no estaba ni poquito cerca de como fue en realidad.

El jueves veinticuatro de mayo en que ella perdió la vida desafortunadamente no la había visto en todo el día. Ella se fue temprano a la escuela, más tarde yo partí al trabajo y por la tarde noche mientras estuve en la universidad recibí una llamada para avisarme que mi hermana había sufrido un accidente, la habían atropellado. Llegue lo más rápido que pude al hospital pero no me permitieron el acceso al área de urgencias. Esperé afuera por mas de una hora acompañada de algunos amigos y familiares hasta que me avisaron de su muerte. Solo entonces  me permitieron entrar a verla.
Cuando entré me reuní con mis padres y el corazón se me rompió en mil pedazos al ver a mi mami destrozada y llorando inconsolable..., mi papa me recibió con un abrazo mudo. A pesar de que las piernas me temblaban no se de donde agarre fuerzas y no perdí la calma. El shock hizo bien su trabajo las siguientes horas. Me ofrecí para hacerme cargo de algunos trámites y papeleo que fueron necesarios. Esa noche se nos fue entera en declaraciones ante las autoridades, firmas y cuestiones legales, no dormimos ni un solo minuto.
Al día siguiente llevamos a cabo su funeral. Asistieron muchas personas y llenaron la sala de un montón de arreglos florales, era como estar situados en medio de un jardín. Todos estos detalles y las atenciones de la gente, las palabras de aliento que nos brindaron, los abrazos dados y muestras de cariño nos dieron fuerza para afrontar lo que estábamos viviendo.

Ver a mi hermana sin vida en la cama del hospital, después a través del cristal en el ataúd y finalmente recibir una pequeña caja con sus cenizas, la transformacion de cincuenta kilogramos de peso y un metro con ochenta centímetros de altura reducidos a polvo se sintió como si me hubiera sumido completa en una tina con hielos. Ahí se cayó el velo. Me di cuenta de que lo que pasaba era real y dolió como no había dolido antes. Ese último momento marcó el inicio de una nueva etapa en mi vida, una en la que mi hermana ya no estaba físicamente con nosotros. Por aquellos días, hacerme ideas vagas de cómo sería la vida después de su pérdida me desesperanzaba mucho a cada momento y se convitió en mi tormento. La angustia generada por la incertidumbre fue muy insoportable durante mucho tiempo, hacía que no pudiera comer ni dormir, es algo que te enferma y te consume en silencio, pero todo tiene un proceso, también el duelo y al final poco a poco he podido sobrevivir a ello.

La pérdida de un ser querido es algo que asumo nos causa temor a todos. Crecemos sabiendo que todos vamos a morir algún dia pero en realidad nunca profundizamos en ello y a menudo se nos olvida. Cuando el orden natural de las muertes en la familia se altera, como en mi caso particular, lo que sucede se contrapone con nuestras creencias y nos confunde. Y lo peor es que estamos frente a un evento que va a repetirse muchas veces a lo largo de nuestra vida, con mayor o menos impacto en nuestro sentir dependiendo de la unión y el lazo que tengamos con la persona que fallece.

Mi único consejo es que cada día que tengas la oportunidad de vivirlo junto a las personas que amas y temes perder, lo aproveches como si fuera el último. Es un consejo dado por muchos pero llevado a la practica por pocos. Uno aprende a seguirlo realmente hasta que vive una perdida que marca tu vida. Hubiera querido decirle a mi hermana que la amo profundamente el dia que murió. Se que ella lo sabía en ese tiempo y lo sabe ahora, se que lo demostré en muchas ocasiones y de muchas maneras pero ante esto que vivo nunca parece haber sido suficiente.... Vemos que éstas cosas le pasan a mucha gente pero no es hasta que nos pasa a nosotros mismos que queremos compartirlo con los demás e incitarlos a tomar esas pequeñas acciones diarias en sus vidas. Hoy les digo ¡háganlo hoy porque mañana quien sabe si puedan hacerlo! Intenten demostrar siempre lo mucho que quieren y se interesan por las personas que aman. Mañana puede ya no ser o estar...


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